Por: Mario Alejandro Rodríguez (alhejo@periodistas.com )
Seis goles en trece juegos disputados. Dos de ellos dos de tiro libre a través del mismo hombre; Rubén Darío Bustos (defensa) y cuatro generados en acción de juego, es el triste panorama de la selección Colombia de fútbol, que en lo que va corrido de la Eliminatoria Mundialista no ha podido consolidar una zona delantera efectiva. Lo que muchos creían que eran problemas de dirección en el banco quedaron descartados tras la salida del técnico Jorge Luis Pinto, porque bajo el comando del profesor Eduardo Lara Lozano sólo dos tantos en cinco juegos hacen que el panorama aún parezca desolador.
Es una realidad que duele: a los delanteros de la “tricolor” nacional se les perdió el arco rival, y los goles, los mismos que pese al rendimiento son los que llevan a los conjuntos de balompié a la victoria no aparecen por ningún método. Ellos se esfumaron, como también aconteció con los artilleros de nuestro rentado nacional. La actualidad es una: no hay goleadores que la envoquen con la “Amarilla” puesta.
Ni Dayro Moreno que comenzó jugando la fase clasificatoria, ni el contundente Wason Rentería, ni el portentoso goleador de River Plate, Falcao García han podido resolver ese serio problema de gol que tiene al combinado patrio como el seleccionado más improductivo de zona; por debajo de Perú que como penúltimo tiene siete tantos en su haber.
A esta “mala suerte” de la claridad en la definición se suman elementos como Hugo Rodallega, Darwin Quintero, Carmelo Valencia, Freddy Montero que han tenido la opción de hacer diferencia en las líneas “Cafeteras”.
Estos casos de sequía goleadora nos ponen a pensar en cuál será el problema o la causa que hace que esta lamentable situación se presente. Anteriormente el origen radicaba en la no generación de futbol ofensivo, debido a un planteo extremadamente defensivo, si nos remontamos claro está a lo que concierne en esta Eliminatoria.
Ahora, quizás el meollo del asunto no parta de esta carencia de fútbol sino de tranquilidad de los atacantes criollos a la hora de definir. La presión ante la falta de resultados positivos en este momento es más latente que nunca y eso influye de muy mala manera en la mente del profesional que se siente “impotente” y bloqueado en el terreno de juego.
No obstante, si miramos bien el síndrome de la falta de gol en forma abundante ha sido un mal de toda nuestra historia futbolística, que tiene una responsabilidad directa sobre este proceso, sino que tiene antecedentes pasados más relacionados con la mentalidad de nuestros jugadores. Sucedía de manera similar en el periodo de Reynaldo Rueda, y en el de Luis Augusto “Chiqui” García. Parecería que la falta de gol fuera el fuerte contraste de una selección que se ha caracterizado por cumplir un excelente nivel en zona defensiva, teniendo una de las zagas más seguras de Sudamérica.
Si lo pensamos de ese modo es un alto precio que se ha pagado, teniendo a Colombia al borde de la eliminación; que de darse sería la tercera consecutiva (Corea- Japón 2002, Alemania 2006).
El triste presente en materia de anotaciones es algo preocupante que nos pone a pensar en que sea posible un “milagro” en el seno de la “sele”, ya que se necesita sí o sí (no hay otra alternativa) conseguir en cada jornada de a tres puntos para seguir aspirando a una plaza en la próxima cita mundialista. El camino pinta muy complicado y los goles aunque sean pocos tienen que volver a aparecer por el bien del fútbol nacional.