POR: MARIO ALEJANDRO RODRÍGUEZ (alhejo@periodistas.com)
Una excelente imagen dejó en la retina futbolera del aficionado la selección Colombia de mayores que en el día de ayer, con un verdadero concierto de fantasía y buen fútbol en el primer tiempo y una aceptable labor defensiva en la segunda parte venció 2 a 0 a su similar de Bolivia en la undécima fecha de las eliminatorias mundialistas Sudáfrica 2010. Los comandados por el profesor Eduardo Lara asumieron con gran responsabilidad la obligación de descontar diferencia en el tablero de posiciones frente los rivales directos en pro de la consecución de una casilla para la cita mundialista.
Para los amantes del balompié es muy difícil no aplaudir y maravillarse ante semejante andanada ofensiva de la tricolor en el primer tiempo. Desborde por los costados, triangulación, gambeta, magia, colectividad y sobre todo, solidaridad en marca, fueron las principales características del combinado patrio que deslumbró en un ciento por ciento con la resplandeciente técnica a un rival que deseaba sacar como mínimo un punto de la capital colombiana.
El “travieso", como es denominado Quintero, al igual que el goleador de River, Falcao García, Fabián Vargas, Macnelly Torres y Vladimir Marín fueron los amos y señores del ultimo cuarto de cancha, y con las pequeñas asociaciones entre ellos volvieron literalmente un “ocho” a la zaga boliviana que al mando del experimentado Juan Manuel Peña no pudo controlar la mejor expresión futbolista reflejada por la selección nacional en lo que va del certamen. Como ejemplo la exquisita definición de Macnelly a los 26 de la inicial cuando con un pique al balón, a lo “ronaldinho” se libra de su marca e impacta con fuerza para abrir la senda del triunfo.
Sólo hubo un reparo para toda esta muestra del más fino talento y fue en lo que se falló tal vez, pues los muchachos no fueron CONTUNDENTES en la definición durante el primer tiempo, y por falta de suerte, de puntería y demás se dejó con vida a un adversario que pudo liquidarse cómodamente en 45 minutos. El marcador fue corto, muy corto para lo acontecido en el césped, que merecía por argumentos ofensivos sólidos haber dejado al local con 3 o 4 goles de diferencia frente a su contrincante.
En la segunda parte, el vértigo de la primera mitad, el estado de la cancha y las amarillas al inicio de la complementara para Vargas y Armero mermaron la producción ofensiva de Colombia. A su vez, el ingreso del volante Didí Torrico cambió el ritmo en mitad del terreno boliviano, aunque no fue suficiente para empatar el cotejo.
En esos momentos de relativo dominio de los del altiplano apareció un hombre de garra en el fondo como fue Mario Yepes; pero también no hay que desconocer la magnífica tarea del volante de marca Abel Aguilar, que le dio el equilibrio necesario en el centro de la cancha. Ellos fueron el soporte en cada una de las líneas defensivas del grupo, contando con la excelente colaboración de Cristian Zapata y de Marín.
Para recuperar espacios, y para reemplazar fichas que por el trajín del encuentro ya estaban agotadas, Lara decidió incluir a Wason Rentería y a un elemento de la casa; Stalin Motta, que conoce y convive perfectamente con los 2.600 m de la ciudad de Bogotá. Motta aportó manejo por el sector derecho, y Wason presión en la salida del equipo de los andes. Producto de esa presión fue que Rentería, a escasos minutos del final consiguió el tanto del puntillazo, de golpe de cabeza y libre de todo tipo de marca de la defensa visitante.
Como reflexión queda para todos los que vimos el partido del sábado si la Colombia que observamos en ese espectacular primer tiempo es la verdadera selección que tiene a su comando Lara, o ese rendimiento se debió a aspectos particulares del rival que hizo ver abismal la diferencia en el comportamiento del local durante el segundo tiempo con respecto al primero.
Se viene como próximo escollo en este camino eliminatorio Venezuela, el martes 31 de marzo, donde podamos aclarar esta duda que nos quedó como análisis de este partido. Confiemos que el buen fútbol aflore de nuevo, esta vezcomo visitante, pero que sea una constante durante los 90 minutos.