Por: Mario Alejandro Rodríguez (alhejo@periodistas.com)
Desde que se anunció la designación del mundial sub 20 del año 2011 para nuestro el país, mas exactamente el 27 de mayo del año anterior por parte del máximo ente rector del futbol mundial, la FIFA, el deseo de la mayoría de ibaguereños como yo era que la ciudad musical disputara la posibilidad de ser sede o subsede de uno de los grupos de esta competición que reúne las mejores selecciones con elementos menores de veinte años de todo el planeta.
El sólo hecho de imaginar de que este tipo de certámenes surgieron figuras del futbol mundial como Maradona, Messi, Agüero, Mascherano, Robinho, Julio César, Matías Fernández, Fernando Torres, Xavi Hernández entre otros motiva a recibir con los brazos abiertos a este tipo de eventos que por demás llenan de reconocimiento a una región tan necesitada de prestigio como la nuestra.
Pero de manera abrupta, aterrizo de frente, y me estrello contra la dura realidad dejando en la pared de los lamentos, de los sueños inconclusos, mis anhelos de presenciar en nuestra urbe algunos de los próximos prospectos juveniles que seguramente tendrán figuración con sus seleccionados, como también añoran los demás aficionados al balompié en la capital tolimense. Analizando las causas de que ello no sea posible, comienzo a encontrar ciertos impedimentos que no deberían existir si hubieran sido solucionados o manejados en su momento con inteligencia y compromiso por nuestros dirigentes.
El primero de ellos ha sido la INCAPACIDAD durante décadas de aquellos dirigentes políticos y deportivos que ingenuamente hemos soportado sin el más mínimo reparo público de reclamación, pero con la espinilla incomoda de su escasos procederes en pro de la defensa de los proyectos e iniciativas favorables para la comunidad y/o la ciudad; tanto en la parte de infraestructura como en el sentido de PERTENENCIA por su terruño. Aparte del relativo esfuerzo de Gabriel Camargo (boyacense de nacimiento), los Jaramillo, los Gómez Gallo, los Avendaño y otros funestos personajes más se dedicaron a defender lo suyo, su sueldo, sus bienes, su curul y no a ofrecerle propuestas deportivas serias a la ciudad y el departamento sumido en una profunda crisis económica y social.
En el campo que nos corresponde, que es el mundial, desde el inicio habíamos perdido la posibilidad de tener esta competición en la ciudad, porque nos “dormimos en los laureles” y no contamos a tiempo con mentes CAPACES y ASTUTAS pendientes de una alternativa de este tipo para beneficio de su entorno regional. Como si fuera una “rosca” de amigos, las ciudades estaban ya preseleccionadas, mejor seleccionadas por la Federación Colombiana de Fútbol. Capitales como Bogotá, Medellín Cali, Pereira, Armenia, Manizales, Cartagena y Pereira se incluían para la promoción y difusión del certamen, en forma fija e inamovible.
Y sin argumentos válidos para emprender una lucha reñida, teniendo una ciudad consumida por el desempleo, y sin contar con un escenario DIGNO para pelear la sede, Ibagué, con su alcalde Jesús María Botero y su gobernador Oscar Barreto tuvieron que quedarse en buenas intenciones y en tratar de conseguir afanosamente y como único consuelo, los recursos requeridos para terminar después de casi diez años la remodelación y adecuación del Manuel Murillo Toro.
El eje cafetero, consentido número uno de Fedefútbol se da el lujo de tener hasta el momento tres sedes de las ocho planteadas, acaparando el 37,5% de las plazas para disfrutar el Mundial. Como si caso una o máximo dos no fueran suficientes para representar su zona, tiene tres que harán parte de la ruta mundialista (Manizales, Pereira y Armenia). No obstante, ellos, los risaraldenses, caldenses y cuyabros cuentan con hombres de verdadera tradición deportiva que luchan a “muerte” por eventos, certámenes y demás para su tierra.
Quedó demostrado la eficicencia de los dirigentes del la tierra del café en el Sudamericano sub 20 del 2005, donde Gustavo Moreno Jaramillo, nacido en Armenia ganó la disputa para llevar a cabo por segunda vez este campeonato en las tres ciudades del eje, luego de hacerlo en 1987 con la ayuda del Presidente por ese entonces de la federación, el doctor León Londoño; por demás pereirano.
Aunque el éxito de las organizaciones y logística de estos torneos no se discute y seria descrito por mi parte en una sola palabra, que resume la dedicación de estos hombres del deporte y el amor por su región: IMPECABLE, es en gran medida curioso que las mismas tres capitales también fueron subsedes de la Copa América de 2001 realizada aquí en Colombia. ¿Acaso es no es justo darle a otras zonas del territorio nacional la oportunidad para desarrollar con altura estos certámenes?…
Tal vez todo pasa por una cuestión de habilidad, viveza, labia como dirían unos o como la llamaría yo DIPLOMACIA y buena ORATORIA. Como lo habrán visto, nuestra ciudad ni por las curvas apareció para ser llamada en la organización de estos eventos por la falta de gestión, a pesar que nuestro club profesional, el Deportes Tolima, es gran animador del rentado nacional desde hace varios años.
Quizás otra razón que entraría a jugar en este mini esbozo seria las características del hincha tolimense, del aficionado al fútbol que reside en Ibagué. Por lo general, sin tratar de estereotipar de ninguna manera, ni de meter en esta “colada” a los que no cumplen estas cualidades (me disculparán), el espectador pijao no es constante en la asistencia a ver balompié, se mueve al vaivén de los resultados de su equipo y ni eso que aun así van en masa a ver a su club. Como quien dice, los famosos “clasiqueros” o “hinchas de radio” abundan en las calles, que solo aparecen en el Coloso de la 37 cuando un Nacional, Millonarios o América arriban a la ciudad para jugar con el Tolima.
Relacionado con este aspecto hay otro íntimamente ligado que es que muchos de los jóvenes y niños de esta ciudad son hinchas de otros equipos, lo cual hace que se autoeximan de responsabilidades y de sentimientos propios de alguien que se siente identificado con los símbolos del lugar donde vive y donde nació. En algunos de sus casos sólo les interesa su club, y nada más, sin embargo no todos son así. Hay seres que nacidos en partes distintas al Tolima hacen respetar y quieren este territorio más que los propios tolimenses. Un ejemplo de ello don Martin Rojas, el dueño de Almacenes J.M.
Por estos y otros motivos es que no hemos podido ver hasta ahora culminado el proyecto del Murillo. Tan sólo a finales de marzo se iniciaron las obras de demolición de los predios aledaños al estadio, y el desarrollo de la primera fase de la remodelación y ampliación del centro deportivo, que costará cuatro mil de los doce mil millones del presupuesto, en un proceso que va lento y al parecer seguro pero que no nos alcanzará por lo menos para decir que Ibagué puede estar lista ante cualquier eventualidad de las sedes y subsedes del campeonato.
El pensamiento del gobierno municipal es que en el mes de junio del año próximo se pueda ver el proyecto en su magna dimensión. Si tenemos fe como yo, y optimismo, el estadio estaría en su punto en noviembre o diciembre de 2010, contando con que los trabajos avancen con prisa y sin descanso. Mientras tanto, a la par de las obras de este mamotreto, en las diversas sedes los dineros ya están siendo asignados para las distintas reformas que requieren los escenarios futboleros, que rondarán por los cien mil millones de pesos. Si no es porque a Ibagué le habían dado sus recursos con anterioridad, de seguro la petición de ampliación habría sido negada.
Lamentablemente, a los que esperamos un verdadero e repentino milagro porque dejamos que la noche se nos viniera muy encima nos queda el sinsabor de saber que quizás el Murillo se complete y se adecue como tiene que ser para ser disfrutado como todo un templo del futbol. Pero por otro lado, el mundial sub 20 Colombia 2011 por lo visto será otro evento más, como los Juegos Deportivos Nacionales (a celebrarse en esa misma fecha) que pase por el lado la villa de San Bonifacio de las lanzas, dejando a su paso el sentimiento de amargura y de frustración de no haber podido desplegar una competencia fuerte para por lo menos haber estado entre la baraja de ciudades opcionadas.