POR: MARIO ALEJANDRO RODRÍGUEZ (alhejo@periodistas.com)
El pasado fin de semana en el trayecto vial entre las ciudades de Armenia e Ibagué, en vísperas de una nueva versión del clásico tradicional entre el Deportes Quindío y el Deportes Tolima, un guerrero, uno de los cuantos aficionados que viajaron a la ciudad “milagro”, fue brutalmente arroyado en cercanías del peaje de Coello por una tractomula cuando en el intento de abordarla ilegalmente no pudo subirse a la misma junto con tres hinchas más.
Eduardo Luis Arias, más conocido como “chocolate”, residente del barrio Palermo de la comuna ocho de Ibagué y que realizaba sus estudios en la Universidad del Tolima se suma, con tan sólo 17 años de edad, a la lista negra de fallecidos en la peligrosa y siempre temida vía del alto de la línea, que ha burlado durante tantos años a la accidentada cordillera central. Con su muerte una madre una abuela, seis hermanos y varios amigos del humilde estrato uno a los cuales el balompié no les ha dado nada positivo sino dolor y sufrimiento, perdiendo por culpa de él a uno de los suyos.
En los últimos tres años son alrededor de 10 las víctimas “pijaos”, que ha dejado esta conducta insensata de muchos jóvenes que en su fan de seguir al club de sus amores toman este absurdo camino; la mayoría de ellas por accidentes con vehículos automotores, como también por enfrentamientos con otros grupos de guerreros hinchas de diferentes equipos del rentado nacional. Algunos de ellos, sino la mayoría eran integrantes de la conocida barra REVOLUCIÓN VINOTINTO SUR, creada desde hace más de ocho años, para alentar y seguir a nuestro vinotinto y oro.
Las múltiples muertes nos hacen cuestionar UNA VEZ MÁS cuál ha sido nuestro papel como hinchas frente a la crítica situación, cuál has ido el rol desempeñado por los padres, el de las autoridades, y por supuesto el de la barra a laque dicen pertenecer o representar. Como primera medida NOSOTROS los seguidores del Deportes Tolima hemos tenido una actitud PASIVA, inclusive ALCAHUETA ante la realidad que pasa por delante de nuestros ojos. Apoyamos esta inaceptable actitud con la simple moneda que le damos en las calles; sean estas de Ibagué o de otras ciudades, y de paso incentivamos una cultura MENDIGA que denigra la personalidad del ser humano. También no hemos reclamado un mejor ambiente en el espectáculo futbolero a las autoridades policiales y civiles, y nos conformamos con lo poco bueno que recibimos, aguantando condiciones verdaderamente hostiles, agresivas y hasta delincuenciales por algunos (no todos) de los que deciden viajar a costa de su vida a favor del fútbol.
A su vez, el manejo de los padres sobre el tema no ha sido el mejor. Muchos de los progenitores que viven esta problemática son de clase media y baja, que tienen que luchar todos los días contra la adversidad de la pobreza económica y dependen además del fruto del trabajo de sus hijos; generalmente menores de edad que no terminaron sus estudios básicos por la obligación de “llevar el pan” a la casa. Por lo tanto, no existe autoridad moral en estos casos como para ejercer paternidad sobre ellos, ni disciplina alguna. Ellos tienen el camino libre para hacer lo que consideren correcto, yendo contra la voluntad de sus seres queridos al igual que contra la fría estadística de defunciones, apoyados en la MADUREZ que dicen asumir responsablemente.
Por otro lado, el apoyo de los entes gubernamentales a estos jóvenes es prácticamente nulo como para pensar en cambiar de estilo de vida. No hay posibilidad de sobresalir académicamente porque primero esta asumir la responsabilidad de conseguir dinero. Tampoco hay generación de empleos, ni impulsación de microempresas suficientes para combatir el problema. Recordemos que lamentablemente nuestra ciudad es la que mayores índices desempleo tiene en el país según el DANE, con cifras que sobrepasan el 20%. Consecutivamente, el apoyo y la orientación sicológica que necesitan urgentemente estos muchachos nunca han existido.
En lo que concierne a la responsabilidad moral que le corresponde a la barra, a esa agrupación de hinchas AMORFA que dicen pertenecer a REVOLUCIÓN, ésta no se ha visto como corresponde. Una asociación que se dice llamar SERIA no puede decir abiertamente a los medios de comunicación que aquellos que determinan proceder como GUERREROS, es compromiso único y exclusivamente de ellos, y cualquier infortunio a lo que estén expuestos no depende en sí de la barra. No es ese tal vez el espaldarazo que esperan de sus “parces”. No bastan unas palabras de aliento PÓSTUMAS en el estadio que no servirán para absolutamente mierda cada vez que muere un fanático, ni quizás alcancías pidiendo el clamor y la compasión general. Porque de que sirve un cantico si no genera conciencia, de qué sirve un colectivo sino tiene orden, sino puede controlar el comportamiento de sus miembros que enlodan la imagen positiva que aún les queda. El 90% por ciento de los muchachos que son de REVOLUCIÓN no saben que es el Barrismo social. Para ser sincero, a estas alturas de la vida y por lo que he visto YO TAMPOCO.
Lo que observan mis ojos cada domingo en la lateral del Murillo, de aquellos que dicen ser “barristas” no pertenece seguramente a la visión que podrán tener muchos que sí saben de este tema. Porque no es posible que niños de 10, 11, 12 años fumen marihuana tranquilamente en Sur, viajen solos por las carreteras de Colombia y nadie de la asociación a la que halagan con sus actos “heroicos” no haga nada por IMPEDIR este mal, que es una enfermedad NOCIVA para el futbol profesional y también para nuestra sociedad, destruida cada día mas. En una barra que no hay carnetización de hinchas, que no sabe con exactitud cuántos integrantes tiene, que los recursos que se obtienen son para la compra de trapos y mas trapos, que dice en la radio que están trabajando por los jóvenes, que se reúnen con el alcalde, que esto y lo otro pero los resultados no se ven en ninguna parte QUE PODEMOS PEDIR. ¿Será esta la “Revolución” que nos prometieron en el año 2000 un grupo de estudiantes de la universidad del Tolima, hinchas del conjunto musical que impulsaron la iniciativa de tener una agrupación? O simple y llanamente el ideal de contar con una BARRA SOCIAL se perdió entre las FUNESTAS tradiciones y costumbres del sur que penetran constantemente la mentalidad en formación de los adolescentes y que son las que los incitan a comportamientos tan ofensivos para el resto del conglomerado.
Preguntémonos la razón por la que aficionados de toda la vida del Vinotinto no hayan vuelto a ver a su equipo en el coloso de la 37, con sus familias, en una tarde de esparcimiento sano. Los tiempos en que se disfrutaba verdaderamente del deporte rey en Ibagué pasaron, como en las demás capitales del país al olvido, o mejor a una anécdota más de nuestra bella niñez; la misma que dejó de existir el momento en que los gritos hacia nuestro equipo favorito se cambiaron por palabras ofensivas y puñales debajo entre os zapatos para defendernos del “enemigo”.
De nosotros depende si queremos que esta amarga tragedia que continúa enlutando nuestras humildes familias prosiga. De nuestra FIRME voz de protesta contra esta forma de antifútbol que domina los escenarios deportivos de la nación, y pone en serio riesgo la vida de una persona en las vías DEPENDE el mejoramiento de la calidad de vida de estos jóvenes que para su DESGRACIA y la nuestra escogieron este macabro estilo de vida, que no les depara un futuro mejor sino un sendero de espinas, y Dios no lo quiera de SANGRE Y MUERTE. Es hora de una vez por todas de decirle NO MÁS a la perversa cultura del guerrero que tantas vidas se ha llevado a su paso por la tierra firme de América.