El técnico del equipo colombiano semifinalista de la Copa Libertadores es dueño de una historia de vida marcada por la humildad, la solidaridad, la tenacidad y la superación.
Una historia de solidaridad
Helena García tiene un restaurante en la avenida cuarta con calle 26 de Ibagué. Hace un año y medio su cuñado, Jorge Luis Bernal Caviedes, le encargó unos almuerzos. Ella creyó que serían 5 ó 6. "Pero él me dijo que hiciera comida para 60 personas", recuerda. Extrañada, Helena preparó el pedido.
Al día siguiente, Jorge Luis, en compañía de Agustín Julio y Gerardo Vallejo, jugadores del Deportes Tolima en donde él dirigía las inferiores, recogieron los peroles y se fueron para el barrio El Retiro, en la comuna 11 de la capital tolimense.
"La comida no alcanzaba. Repartimos hasta que raspamos las ollas", cuenta Helena. Entonces, Bernal, Julio y Vallejo reunieron dinero y compraron unos tamales para que ningún niño se quedará sin almorzar.
Así nació el comedor comunitario que hoy sienta a la mesa a 135 pequeños, uno de los sueños hechos realidad del ahora técnico del Cúcuta Deportivo, semifinalista de la Copa Libertadores de fútbol.
La semana pasada, doña Silvia, una señora que vive de la venta de gaseosa y agua en el parque deportivo de Ibagué, se sorprendió cuando Édgar Galicia, entrenador de fútbol y gran amigo de Bernal desde hace 45 años, le hizo entrega de un dinero. "Esto le mandó Jorge por las gaseosas y el agua que le ha vendido a él y a sus jugadores durante 30 años". Ella, llorando, contestó: "¡Que mi Dios ayude a mi viejito!".
El corazón de Bernal no tiene límites. Larry Rivas nació en Buenaventura hace 16 años. A él lo vio jugar en un torneo y le ofreció ir a las divisiones inferiores de la escuela de fútbol que fundó, como su comedor, en El Refugio.
Jorge Luis se convirtió, prácticamente, en su papá: pagó su secundaría y ya desembolsó el dinero completo para que estudie electrónica. "Lo llamo, le pido los libros y él me los envía. Con lo único que le puedo pagar es siguiendo su consejo, siendo un buen futbolista y siendo ingeniero".
Como si fuera poco, envía mercados a orfanatos y ancianatos. Su última ayuda fue hace dos semanas. Visitó la cárcel de Cúcuta y los presos le dijeron que no podían ver los partidos del equipo en la Libertadores. Dos días después volvió con tres televisores…
Madre, Dios y prójimo
Jorge Luis Bernal nació el 27 de septiembre de 1952 en la carrera cuarta estadio 26-18. A los 6 años hacía pelotas de papel e invitaba a sus amigos del barrio a jugar.
"No le gustaba estudiar. Un curso lo hacía en dos años, porque se dedicaba mucho al fútbol", dice su mamá, Bertha. Por eso, su papá, Carlos (q.e.p.d), lo internó en Madrid (Cundinamarca). Lo visitaban cada ocho días y siempre recibían las mismas quejas. No estudiaba, solo jugaba fútbol. Por eso regresó a Ibagué y a ‘trancas y a mochas’ terminó el bachillerato en el colegio Murillo Toro.
"En la casa tampoco ayudaba. Tenemos hace mucho tiempo una miscelánea y no se metía con nada. No hacía aseo y de vez en cuando, a regañadientes, me acompañaba a hacer mercado", afirma su mamá mientras insiste que, desde esa época, Jorge Luis mostraba su generosidad con el prójimo y su fidelidad con Dios.
Es muy creyente, asiste con fe y devoción a misa los domingos y aunque habla de igualdad y equidad, sus familiares y amigos dicen que no tiene preferencias políticas, pues de eso nunca habla.
En el apartamento que tiene en el segundo piso de la casa que lo vio nacer, en Ibagué, todo está como lo dejó.
Encima de la mesa de noche hay una Virgen del Carmen de cristal, sobre el televisor está abierta la Biblia en el libro de Isaías ("Príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones: todos aman las dádivas, y van tras las recompensas: no oyen en juicio al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda…", se lee en el capítulo 1, versículo 23) y sobre la cabecera de la cama hay una réplica que se ve inmensa (tal vez 1,20 por 90) de la Última cena de Da Vinci que disputa el espacio en la pared con trofeos, recortes de periódicos enmarcados y fotografías de victorias.
También hay agendas apiladas y un libro: Cómo escribir cartas de amor. Tuvo muchas novias, dice su madre, pero no se casó y no tiene hijos.
Las cinco personas que habitan la casa (su mamá, Eduardo -uno de sus hermanos-, dos cuñadas y una sobrina) saben que es muy difícil que Jorge Luis regrese pronto. Entienden que su futuro como DT no está ni en Ibagué ni en Colombia.
Bernal es futbolista frustrado. Jugó en el equipo San Fernando y en una Selección Tolima dirigida por Germán Castellanos -a finales de los 60-, pero a los 16 años una fractura de codo lo mandó al quirófano del Hospital La Samaritana de Bogotá: ya no pudo ser el goleador que quería.
Pero como el fútbol palpitaba en su pecho a esa edad fundó el equipo Ariel Armel, en gratitud al ex gobernador del Tolima, y empezó a dirigir.
En 1978 el rector del colegio San Simón, Orlando Molina, lo contrató como técnico. "Le pagábamos el mínimo de la época y fuimos muchas veces campeones -recuerda- Motivaba a los jugadores cantando el "Bunde Tolimense" en el bus o adaptaba canciones conocidas al fútbol como ‘yo tengo fe, que vamos a ganar’ ", del brasileño Roberto Carlos.
Jorge Luis fue al Mundial de México-86 con el objetivo de aprender. Dos años después vendió un Mazda 323 rojo, juntó unos ahorros y se fue a estudiar fútbol por seis meses a Argentina. Allá se encontró con Jorge Luis Pinto, el hoy DT de la Selección Colombia, y aprendió mucho del trabajo del legendario Carlos Timoteo Griguol.
Nunca dio su brazo a torcer. Siempre fue el técnico que ‘apagaba incendios’ en el Deportes Tolima y asumía como encargado cuando despedían a los entrenadores del primer plantel. Luego contrataban otro técnico…
Llanto, disciplina y puños
Reveses ha tenido y por ellos ha llorado y sin vergüenza, como cuando Tolima descendió a la B, bajo su mando; como cuando la empresa Cooperamos suspendió el patrocinio del equipo de la B que dirigía y se acabó de un plumazo el proyecto en el que trabajó cuatro años; como cuando su Tolima perdió el título del Finalización pasado con el Cúcuta que dirigía Pinto y clasificaba a la Libertadores…
"Lloró mucho cuando nos fuimos a la B. Se dolió cuando Luis Augusto García nos puso la titular del Medellín y al Cúcuta le alineó los suplentes. Ese día él le dijo a García: ‘Profesor: como usted tiene la nevera llena… Nosotros infortunadamente pasamos necesidades’, recuerda el entrenador y amigo Édgar Galicia.
Jorge Luis cuida mucho a sus futbolistas. Varias veces entró a discotecas y encontró a jugadores entre botellas y mujeres de grandes escotes y cortas faldas. Al otro día los despedía. A él le gustan los jugadores comprometidos con el equipo que les paga.
El tiempo y la experiencia lo han cambiado. Ya no es el técnico gritón de años anteriores.
"En un juego en Ibagué, cuando peleábamos el descenso, la gente le pedía a gritos que hiciera cambios. Desesperado, el ‘Profe’ se subió a la malla y se peleó a puño limpio con los aficionados", recuerda Harold Rivera, ex jugador y ahora encargado de las divisiones menores de la escuela de fútbol creada por Bernal en El Refugio.
Dicen que las cosas se parecen a sus dueños. Tal vez por eso el Cúcuta Deportivo que hoy dirige Bernal y que ya es uno de los cuatro mejores equipos de la Libertadores es un buen equipo: su técnico ha intentado durante 54 años ser un buen hombre.
Lisandro Rengifo
lisren@eltiempo.com.co
Enviado Especial de EL TIEMPO
Ibagué